Fan fic 1: CapĂtulo 2
Bueno, Hiro, yo sé que esperabas esto antes de irme de viaje joo XDD ya te dejo el segundo capítulo... por cierto, Shun de llama onii-san a su hermano y no nii-san, como en el anime. Eso es porque verdaderamente onii-san significa hermano, por eso lo corregí así... igual queda mono n__n. Espero que te guste y si alguien más lo lee, también xD. Alguna cosa, dejenme comentarios o lo que sea.
Capítulo 2: Sospechas y dudas
-¡¡Onii-san!! ¡¡Onii-san!!- gritaba desesperado Shun.
Perseguía a su hermano por un oscuro corredor. Tropezaba con las piedras que había en el suelo, pero no llegaba a caerse.
-Espera, onii-san. ¿A dónde vas?- insistía su hermano pequeño.
Ikki se detuvo al final del pasillo, donde había una pared de piedra negra. Se dio la vuelta y observó a su hermano menor bajo la escasa luz que emitía su cosmo. Levantó un brazo hacia él, diciéndole que se acercara y desapareció tras el muro.
-¡¡ONII-SAAAAAN!!
Shun abrió los ojos de repente, giró sobre sí mismo y cayó de la cama abajo. Envuelto en las sábanas, se batió por liberarse y coger aliento.
-¡AHHH! ¿Qué? ¿Una pesadilla?- consiguió decir al quitarse la sábana.- ¿Mi onii-san quiere decirme algo…?
Sin preverlo, Hyôga abrió la puerta.
-¡¡Shun!! ¿Qué ha…?- dijo alarmado Hyôga cuando tropezó con algo y se cayó encima de la sábana.
-¡¡Ah!! ¿Hyôga, eres tú? ¿Qué haces aquí?
-¿Yo? Pues te oí gritar… ¿Dónde estás?
Cuando Hyôga se dio cuenta, iluminado por la luz de la luna que entraba por la ventana, estaba tirado en el suelo, con la cabeza entre las piernas de Shun. Alguien entró también en la habitación y encendió la luz.
-¿Pero qué…?- Iruya se conmocionó al ver tal escena.-Ustedes…
-¡No es lo que parece!- dijo rápidamente Hyôga al oír la voz de la chica.
-¡Hyôga! ¿Quién es…?- preguntó algo abochornado Shun, escudriñando para adaptarse a la luz.
-Soy la traductora…-empezó a explicar- Me llamo Iruya y estoy aquí con vosotros por si me necesitáis…
-Es decir, la chica que pasó corriendo la otra vez…-aclaró Hyôga a Shun.
Shun permaneció en silencio mientras la miraba con la boca entreabierta. No sabía qué decir, pues era la primera vez que la veía y encima, en su peor momento.
-Vaya… perdone, pero es que no la había visto ayer…- se excusó él.
-No pasa nada, no le diré nada a nadie para que no se creen falsas expectativas.-Iruya se acercó a ayudarles (al menos lo intentó).-Y, ¿qué acaba de pasar si se puede saber?
-Pues…-comenzó Shun todavía avergonzado- tuve una pesadilla horrible, me caí de la cama, y…
-Yo entré a su habitación, me tropecé y… caí de esta manera.- terminó por contar Hyôga.
Una pensativa Iruya dijo:
-Uhm… pues parece que aquí somos un poco torpes. –rió.-Ayer me caí por las escaleras y tengo un tobillo vendado.
Los dos Santos se acercaron a ver su tobillo izquierdo mientras estaban de pie, colocando las sábanas. Se asombraron medio riéndose medio espantados pero Shun, que se preocupa por los demás, le cuestionó:
-¿Cómo fue que te doblaste un tobillo…? Parece que se te cayó algo encima.
Iruya lo miró algo sorprendida por la perspicacidad del peliverde.
-Bueno, es que después de caerme, a una de las sirvientas de le cayó una bandeja con té hirviendo encima de mi pie.
-Qué mala suerte tuviste…-dijo en voz baja Hyôga.
-No es nada.-se incorporó con ayuda de los dos jóvenes y cruzó el umbral de la puerta.-Debo irme a dormir y ustedes también. ¡Buenas noches, descansad!
Iruya y su típica sonrisa.
-Buenas noches- repitieron Hyôga y Shun.
Oyeron el eco de los pasos de Iruya desvanecerse en los corredores. Otra vez se quedaron solos ellos dos, sentados sobre la cama. El rubio miró a su lindo niño, que éste continuaba mirando a la puerta por donde se había ido la traductora.
-Hyôga… hay algo que sospecho de esa chica.- murmuró Shun.
-Estoy de acuerdo contigo. Cuando hablaba conmigo, le sonó algo en el bolsillo y dijo que se tenía que ir, que era urgente.
-¿Deberíamos confiar en ella?- Shun se viró hacia Hyôga con un atisbo de ansiedad.- Esto…sólo si da más señales extrañas.
-Está bien.- contestó Hyôga tratando de calmar a Shun.- La vigilaremos por si acaso.
-¡Gracias, Hyôga!- y se abalanzó sobre él casi riendo.
El Cisne, al ver la reacción de Shun, lo rodeó con los brazos y sonrió de satisfacción. Permanecieron así durante medio minuto. Luego se separaron y se miraron. Los dos sonreían con los cachetes sonrojados. Primero, habló Hyôga, casi sin oírse:
-Shun… ¿te acuerdas de lo de hace dos años?
-¿Te refieres a la batalla en el Santuario?-dudó Shun.
-Sí. Cuando llegasteis al templo de Libra…
-…te vimos en un ataúd de hielo…
-…y me liberasteis.
-Entonces yo…-Shun se detuvo.-Espera, ya sé a dónde quieres llegar.
-¿En serio?- Hyôga se emocionó por momentos.- Dime, ¿qué te recuerda?
-Lo has estado pensándolo mucho tiempo, ¿no es cierto?
-¡Exacto! Y estoy bastante agradecido por lo que hiciste por mí…
-No hay de qué, ya me lo agradeciste tiempo atrás… ¿Por qué saltas con ese tema otra vez?- inquirió Shun algo extrañado y a la vez intrigado.
-Yo…pues…- Hyôga titubeó-es que…
Shun pensaba que Hyôga estaba rarísimo, no sólo desde cuando habían llegado al orfanato, sino mucho antes, cuando habían terminado con la Guerra Santa. Siempre se mostraba frío y distante con los demás. Pero ahora que acabó todo, el hielo empezaba a derretirse por él. Y eso no le desagradaba, al contrario, Shun se moría de ganas de estar con Hyôga. En este instante, el peliverde esperaba con ansias que se le declarase.
-Hyôga, ¿qué te pasa? ¿Acaso no recibiste suficiente calor de mi cosmo? –Se burló un poco Shun.
Al oír esto, el rubio silenció y miró de hito en hito los ojos verdes de Shun. Éste último, puso una mano sobre la que tenía el patito en la cama y se acercó despacio a Hyôga. En ese momento, irrumpió en la habitación, el más idiota de los idiotas.